Mecida por las mareas y los vientos del Océano Atlántico, la gamba Kuruma se alimenta de
una manera totalmente natural dentro del ecosistema puro de los criaderos. De una transparencia
sutil con toques de un color ambarino y con un cuerpo afilado y esbelto, también se engalana
con un magnífico telsón con los colores del arco iris.